Este ejercicio se basa en otro propuesto por Betty Edwards para dibujar los espacios en negativo de una silla (1). Se puede aplicar también a cualquier objeto o grupo de objetos.
Con el visor vamos a tener una ventana personal a través de la cual encajaremos los motivos que deseemos con cierta corrección. Miraremos a través de él con un sólo ojo, ya que de hacerlo con ambos veremos doble el motivo o veremos doble el visor.
Con el visor vamos a tener una ventana personal a través de la cual encajaremos los motivos que deseemos con cierta corrección. Miraremos a través de él con un sólo ojo, ya que de hacerlo con ambos veremos doble el motivo o veremos doble el visor.
Cuanto más cerca del ojo situemos el visor, mayor porción del espacio veremos. Cuanto más lo alejemos del ojo, el ángulo observado será menor, y menor por tanto la porción de espacio observada. Si deseamos encuadrar un objeto lejano, tal vez debamos utilizar el visor pequeño.
Para guiarnos mejor en nuestro dibujo, trazaremos sobre la hoja de papel un marco rectangular de tamaño A-4, deslizando el lápiz por los bordes exteriores del visor colocado sobre el centro del papel. Aprovecharemos para marcar en dicho marco las divisiones en cuartos señaladas en el borde exterior del visor.
Tenemos ya dos rectángulos semejantes y divididos de igual modo: el del la realidad y el del dibujo. La mecánica de los ejercicios que hagamos con el visor consiste en hacer coincidir lo que dibujemos sobre el rectángulo dibujado en el papel con lo que veamos a través del hueco del visor.
Aunque podríamos escoger cualquier plano de la realidad para dibujarlo, lo que haremos será escoger el objeto o grupo de objetos que deseemos representar y hacerlos coincidir con al menos tres lados de la ventana del visor, quedándose un lado de éste sin contactar con el objeto encuadrado. Bien es cierto que la casualidad puede hacer que desde nuestro punto de vista coincidan cuatro puntos del motivo con los cuatro lados del visor.
Probaremos qué posibilidad de encuadre nos satisface más, la que deja el espacio hacia la izquierda, hacia la derecha, o si es el caso hacia arriba o hacia abajo.
Cada punto ocupa un lugar concreto en cada borde de la ventana que toca: puede estar situado casualmente en la mitad, un poco más arriba o abajo, en un cuarto, algo más arriba o abajo, en una esquina de dos lados de la ventana, etc.
Así que lo primero que haremos antes de dibujar será encajar lo más exactamente posible tales puntos en los lugares que les corresponden en nuestro dibujo. A partir de ahí el motivo quedará encuadrado en el plano, no quedará nada fuera de él.
Hemos de buscar otras posibles coincidencias, aprovechando las líneas centrales del acetato, que también nos serán útiles para comprobar la forma de los objetos y de los huecos entre los objetos.
También nos será útil trazar líneas que, siendo oblicuas en la realidad, también habrán de serlo en el dibujo. Para ello haremos coincidir cada una de dichas líneas con nuestro instrumento de dibujo sostenido con el brazo estirado, llevándolo en paralelo al lugar que corresponda en nuestro dibujo.
Así, y considerando cada punto y cada línea del objeto observado, y haciendo que el encuadre elegido con el visor sea siempre el mismo, iremos traduciendo tales elementos a marcas en nuestro dibujo en el papel, hasta completar la tarea.
Notas:
(1) EDWARDS, BETTY.: Nuevo aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro. Urano. Barcelona, 2001. pp 155-161.
Gracias por compartir este conocimiento. Me ha sido de ayuda.
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