Este ejercicio, como el de dibujo de líneas invertido, está basado en el método de Betty Edwards (1).
Cuando vemos una imagen girada 180 grados, sus elementos no coinciden con nuestro recuerdo de las partes que la componen. Es decir, no asociamos directamente lo que vemos con una imagen descifrable, a no ser que le demos la vuelta.
Cuando vemos una imagen girada 180 grados, sus elementos no coinciden con nuestro recuerdo de las partes que la componen. Es decir, no asociamos directamente lo que vemos con una imagen descifrable, a no ser que le demos la vuelta.
Así pues, se nos presenta una suerte de imagen abstracta, formada por zonas más o menos oscuras y claras, manchas alargadas o expandidas, de formas extrañas para nuestra memoria. Nuestro objetivo es copiar esta especie de mapa geológico.
Para ello usaremos el lápiz blando (4B) frotado expandiendo la mancha hasta sus bordes. Evitaremos el uso de líneas, y por supuesto no delinearemos ningún contorno. No se trata de un dibujo de “colorear” unos espacios delimitados con líneas. Mediante la mancha iremos calculando la ubicación y dirección de los valores oscuros y grises del original, para ubicarlos en nuestro dibujo.
Conviene que entornemos los ojos, que casi cerremos los párpados hasta que se desvanezcan los detalles de la fotografía. Así se nos presentará la imagen sintetizada en zonas claras y zonas oscuras. Básicamente buscamos esta misma distribución, si bien podemos ir aumentando la concreción de los tonos mediante la expansión de manchas en las que iremos apretando o aflojando el lápiz, para sacar el máximo negro o los grises más delicados.
Observemos que las zonas absolutamente blancas de la fotografía son muy pocas. Éstas son las únicas en las que no debemos pasar el lápiz.
En las zonas de transición de oscuro a claro debemos hacer una rápida y progresiva disminución de la presión del lápiz para llegar a la tonalidad más clara.
Calcularemos a ojo la medida de las manchas, y su correspondencia con la imagen original. En caso de que hayamos dibujado alguna zona donde no corresponde, dibujaremos encima donde sí corresponda, tratando de camuflar el fallo con el propio lápiz. No borraremos con la goma el fallo a no ser que hayamos cometido el error en una parte que debiera ir absolutamente inmaculada.
Pondremos a contraluz y el papel por el reverso, o ante un espejo, con objeto de descubrir errores que pasan desapercibidos a simple vista.
He aquí algunos resultados de este ejercicio:
Notas:
(1) EDWARDS, BETTY.: Nuevo aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro. Urano. Barcelona, 2001. pp. 83-84.
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