Este ejercicio consiste en sintetizar en planos los volúmenes del rostro humano, mediante la interpretación de un modelo fotográfico cuyas luces y sombras estén lo suficientemente marcadas como para que podamos señalar los cambios entre planos mediante aristas.
Buscaremos fotografías de cuatro rostros con
una iluminación que revele sus volúmenes mediante el claroscuro.
Sobre estas fotografías colocaremos un papel vegetal y trazaremos a
lápiz líneas en aquellas zonas donde el claroscuro sea más
acentuado, dividiendo a manera de arista las zonas donde se produzca
una diferencia tonal importante.
Es posible, siguiendo la dirección de las líneas de expresión y de las líneas estructurales del rostro, marcar las aristas que diferencien un plano de otro. Es importante tener en cuenta la simetría de las formas del rostro, para que cada plano o faceta generado por esas aristas tenga su correspondiente plano simétrico en el otro lado de la cara. Así, salvo que la posición de la cabeza sea frontal, si hay cierta inclinación o giro de la cara, esta simetría se verá condicionada por la perspectiva.
Es interesante trabajar sobre cabezas
que se encuentren en diversas posiciones: frontal, perfil, tres
cuartos, mirando hacia el frente, hacia arriba y hacia abajo.
A partir de las
fotografías debemos facetar los rostros seleccionados, es decir
determinar las facetas de la cabeza y la cara, cada faz.
faceta.
(Del fr. facette).
1. f. Cada una de las caras o lados de un
poliedro, cuando son pequeñas. Se usa especialmente hablando de las
caras de las piedras preciosas talladas.
faz.
(Del lat. facĭes).
Le daremos así a estos
estudios de cabeza la apariencia de un poliedro, de una escultura
tallada en basto, convirtiendo los suaves y redondeados cambios de
plano en aristas, tomando las cabezas la apariencia de robots.
A continuación se proponen algunas fotografías que pueden servir para realizar este ejercicio, si bien lo mejor es escoger alguna foto por nuestra cuenta, a la que le veamos posibilidades de facetación.
En una segunda parte del
ejercicio utilizaremos nuestros estudios facetados como modelos para
copiar en un papel de dibujo, usando la misma proporción. Haremos
una copia tomando medidas a ojo. Las líneas que tracemos serán tenues, ya que sobre estos dibujos aplicaremos el claroscuro.
Una vez copiado el dibujo, procedemos a su sombreado. En cada faceta emplearemos el valor de oscuridad predominante en esa misma zona en la fotografía. Queda a nuestro albedrío la decisión de difuminar los planos haciendo transiciones o dejarlos con una diferencia escalonada entre unos y otros.
Esta técnica tiene múltiples variantes y posibilidades. Opcionalmente, quien lo desee puede realizar otra copia de uno de los rostros facetados, utilizando la transposición
con compás, mediante triangulación.
El problema consiste en
copiar polígonos irregulares, básicamente triángulos y
cuadriláteros, aunque quizás pentágonos, hexágonos, etc. La triangulación con
compás es un método sencillo, mediante el cual trazamos líneas
paralelas a las del dibujo original, tomamos medidas de cada lado y
las llevamos con arcos que se cortan al dibujo nuevo, obteniendo así
los puntos precisos donde terminan los lados adyacentes al primero
que trazamos. Si deseamos realizar una ampliación del dibujo, multiplicaremos a la escala deseada las medidas que tomemos en el dibujo.
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